[…] Signo de contradicción, para que se revelen los secretos
de los corazones.
34b “Este Niño va a ser causa tanto de caída como de elevación
de muchos en Israel. Él será un signo de contradicción”.
En el primer libro de sus homilías, San Beda, el
Venerable, así dice: "Con alegría se escuchan estas palabras, que expresan
que el Señor estaba destinado a lograr la resurrección universal, de acuerdo
con lo que Él mismo dijo: ‘Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí,
aunque esté muerto, vivirá’ (Juan 11, 25). Pero qué terribles suenan aquellas
palabras: ‘¡Este Niño va a ser causa tanto de caída como de elevación!’
“Verdaderamente infeliz es aquel que, después de
haber visto su luz, queda sin embargo, ciego por la niebla de sus vicios…,
porque según el Apóstol ‘mejor habría sido que no hubieran conocido el camino
de la justicia, del que, después de haberlo conocido, volvieron atrás,
abandonando la ley que les fue enseñada’ (II Pd 2, 21).
"Los judíos y los gentiles lo contradicen
y, lo que es más grave, los cristianos que, profesando interiormente al
Salvador, lo desmienten con sus acciones". 6
35ª ‘Serán así revelados los
pensamientos de muchos corazones”.
Continúa San Beda: ‘Antes de la Encarnación
estaban ocultos muchos pensamientos, pero una vez nacido en la Tierra el Rey de
los Cielos, el mundo se alegró, mientras Herodes se perturbaba y con él toda Jerusalén.
En cuanto Jesús predicaba y hacía milagros, las turbas se llenaban de temor y
glorificaban al Dios de Israel; pero los fariseos y escribas acogían con
rabiosas palabras los dichos procedentes de los labios del Señor y de las obras
que realizaba.
“Cuando Dios sufría en la Cruz, los impíos rieron
con alegría necia y lloraron con amargura los piadosos; pero, cuando resucitó
de entre los muertos y ascendió al cielo, la alegría de los impíos cambió por
tristeza, y la pena de sus amigos se convirtió en alegría ".7
Aún hoy y hasta el Juicio Final, los cristianos,
otros Cristos, son “signos de contradicción” y, en función de ellos, se revelarán
los pensamientos escondidos en los corazones de muchos.
Presentación del Señor en el Templo |
María Corredentora, y el amor a nuestras cruces
María es Corredentora
del género humano. Esta profecía de Simeón, Ella ya la conocía. Más aún, estaría
gravada en su espíritu hasta la resurrección de Jesús. Ella es la Reina de los Mártires
y, desde la Anunciación, sufriría con Cristo, por Cristo y en Cristo.
Somos invitados en este trecho del Evangelio a
darle un carácter de holocausto a los dolores que nos fueran permitidos por la Providencia.
Tengamos amor a las cruces que nos toquen, uniéndonos a Jesús y a María en esta
grandiosa escena de la Presentación.
6) SAN BEDA Homiliæ Genuinæ. L.I, hom.XV: ML 94,
81.
7) Idem, 82.
7) Idem, 82.