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viernes, 28 de febrero de 2020

Comentario al Evangelio Domingo I de Cuaresma (domingo 1 de marzo) por Mons. Joao S. Clá Dias, EP


[…] “La vida del hombre sobre la tierra es una lucha”

Los fenómenos de la naturaleza humana, hasta los más comunes, no raras veces obedecen las leyes, que al ser analizadas con atención, pueden proporcionarnos valiosas lecciones. Es lo que sucede cuando sufrimos una fractura y somos obligados, por ejemplo, a mantener enyesado por un largo período un brazo o una pierna. En el momento en que el yeso es retirado comprobamos que el miembro afectado, otrora fuerte y vigoroso, se tornó flácido. La musculatura quedó atrofiada por la inmovilidad, siendo necesario someterlo a sesiones de fisioterapia para recuperar su funcionamiento normal. Algo parecido se verifica con el hombre que trabajó la vida entera y, al jubilarse, opta por una existencia sedentaria, permaneciendo sentado la mayor parte del día en una confortable silla mecedora. Con el paso del tiempo, esta rutina, puede exponer a la persona a una enfermedad, pues la constitución del ser humano exige movimiento, esfuerzo y combate.

sábado, 22 de febrero de 2020

Comentario al Evangelio VII Domingo del T.O. (domingo 23 de febrero) por Mons. Joao S. Clá Dias, EP


[…] Ejemplos edificantes -

Estas disposiciones las encontramos en abundancia en la vida de los santos. Cierta vez, San Francisco de Sales, ya siendo obispo de Ginebra, se encontró con un noble que le dijo las mayores ofensas, a las cuales nada respondió, guardando un silencio lleno de dulzura y serenidad. Luego de sucedida esta lamentable escena, un sacerdote que la presenció le preguntó a San Francisco por qué no respondió con firmeza al insolente. “Mi padre” –respondió el santo- “hice un pacto con mi lengua, por el cual se callará mientras mi corazón esté agitado y no replicará jamás ninguna palabra capaz de provocarme cólera”. 6 Como era su persona que estaba en juego, él controló el amor propio y se mantuvo impasible. Días después, el culpado, conmovido con la caridad del obispo, vino en lágrimas a pedirle perdón.7 ¡Es así que debemos ser!

sábado, 15 de febrero de 2020

Comentarios al Evangelio VI Domingo T.O. (domingo 16) por Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP


El pecado y la ley


En el Paraíso terrenal, el hombre reflejaba de modo admirable al Creador en la perfecta armonía reinante entre Fe y razón, voluntad y sensibilidad. La Fe iluminaba el entendimiento y éste gobernaba una voluntad enteramente equilibrada, contra la cual la concupiscencia no se revelaba, pues en el primer hombre –enseña Santo Tomás- “el alma estaba sometida a Dios, siguiendo los preceptos divinos, y también la carne estaba sometida en todo al alma y a la razón”.1

sábado, 8 de febrero de 2020

Comentario al Evangelio V° Domingo T.O. (domingo 9 de febrero) por Mons. Joao S. Clá Dias, EP


[…] Si queremos ser santos, debemos ser sal y luz del mundo.

El Evangelio de este domingo expresa con mucha claridad la obligación que tenemos de cuidar nuestra vida espiritual no sólo por el deseo de la salvación personal. Sin duda, es menester abrazar la perfección para contemplar al Creador cara a cara por toda la eternidad en el Cielo, el más precioso don que podemos obtener; y necesitamos ser virtuosos, porque lo exige la gloria de Dios, para tal fuimos creados y de esto prestaremos cuentas. ¡No obstante, Nuestro Señor Jesucristo nos quiere santos también con el fin que seamos la sal y luz para el mundo! Por tanto, debemos esforzarnos por hacer el bien a los demás, ya que tenemos la responsabilidad de hacerles la vida más agradable, apoyándolos en la fe y en el propósito de honrar a Dios. Son ellos acreedores de nuestro apoyo colateral, como miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Y seremos luz en la medida en que nos santifiquemos, ya que la Escritura nos enseña: “El ojo es la luz del cuerpo. Si tu ojo es sano, todo tu cuerpo será iluminado” (Mt 6, 22). De este modo, nuestra diligencia, aplicación y celo en el cumplimiento de los Mandamientos servirá al prójimo de referencia, de orientación por el ejemplo, haciendo que se beneficie de las gracias que recibimos. Seremos así acogidos por Nuestro Señor Jesucristo, en el día del Juicio, con estas consoladoras palabras: “¡En verdad yo les digo: todas las veces que hicieran esto a uno de mis hermanos más pequeñitos, lo habrán hecho también conmigo!” (Mt 25, 40).