III –
Una lección para los católicos del siglo XXI
Nuestro Señor se nos presenta en el Evangelio del cuarto domingo del Tiempo Ordinario como el Profeta por excelencia, rechazado por los suyos a causa de su menguada fe.
III –
Una lección para los católicos del siglo XXI
Nuestro Señor se nos presenta en el Evangelio del cuarto domingo del Tiempo Ordinario como el Profeta por excelencia, rechazado por los suyos a causa de su menguada fe.
Cuando la Santísima Virgen sea efectivamente la Reina de los Corazones, “cosas maravillosas sucederán en este mundo”. En la Historia, a semejanza de las Bodas de Caná, el mejor vino está siendo reservado para el final…
El
milagro de las Bodas de Caná
No es de extrañarse que el primer milagro [de transformar el agua en vino] de Nuestro Señor Jesucristo haya ocurrido durante una fiesta de casamiento, pues las ceremonias nupciales eran rodeadas de extraordinaria solemnidad en aquel tiempo, debido a la espera del Mesías que vendría para salvar al pueblo judío. Los nuevos matrimonios se formaban en la expectativa de ser parte en el linaje del Salvador, y la esterilidad era considerada un verdadero castigo.
"¡La Fiesta del Bautismo del Señor debe inundarnos de esperanza y de santa alegría!"
La fiesta de la manifestación de la divinidad
En los primeros tiempos del Cristianismo, hasta el siglo IV, la Iglesia contemplaba tres manifestaciones de la divinidad de Nuestro Señor, unidas en la Solemnidad de la Epifanía –el 6 de enero: la adoración de los Reyes Magos, el Bautismo del Jordán y la transformación del agua en vino en las Bodas de Caná, su primer milagro público. Esa solemnidad era considerada la revelación de Jesús a la gentilidad, mientras que la Navidad era considerada como una fiesta más apropiada para los judíos. Si estos últimos aguardaban la venida de un Mesías Hombre y así lo recibieron en el pesebre de Belén, los gentiles –tal como nos muestra la adoración de los Magos- estaban a la espera de un Dios Salvador. Esta misma divinidad que se reveló a los Reyes de Oriente se hizo muy notoria en el episodio del Bautismo de Cristo, aunque ya se hubiese dado a conocer antes, por un pedido de la Santísima Virgen en Caná.