La Iglesia por ocasión de Pentecostés
Como tantas otras fiestas litúrgicas, Pentecostés nos hace recordar uno de los grandes misterios de la fundación de la Iglesia por Jesús. Ella se encontraba en estado casi embrionario –alegóricamente, se podría compararla a una niña de tierna edad- reunida en torno de la Madre de Cristo. Allí en el Cenáculo, según nos relatan los Hechos de los Apóstoles en la primera lectura, sucedieron fenómenos místicos de excelsa magnitud, acompañados de manifestaciones sensibles de orden natural: ruido como de un viento impetuoso, lenguas de fuego, los discípulos expresándose en diversas lenguas sin haberlas aprendido antes.