5 Yo
soy la vid, vosotros los sarmientos. Aquel que permanece en mí y yo en él, dará
muchos frutos, porque sin mí nada podréis hacer.
Este es uno de los más categóricos versículos sobre nuestra absoluta dependencia de la gracia para obrar cualquier acto sobrenaturalmente meritorio. Ya en el Concilio Milevitano (416) y en el XVI Cartaginés (418) fue destacada esta afirmación de Jesús haciéndose notar que Él no dijo que es difícil hacer algo sin su concurso, sino que es imposible: “Sin mí, nada podréis hacer”.