Imagine si hoy Jesús entrase en los hospitales modernos, en las CTI y viese todos aquellos enfermos en sus camas. ¿Qué diría Jesús al ver las angustias y la desesperación de aquellos enfermos?
Al operar la curación milagrosa de la hemorroísa [*] y la resurrección de la hija de Jairo, Jesús nos enseña que se conceden grandes gracias a los que tienen más fe.
[…] Amor humano de magnitud infinita
Por causa de la culpa original y de los pecados actuales, las puertas del Cielo estaban cerradas para nosotros y merecíamos la muerte eterna. Sin embargo, el Verbo, encarnado, experimenta en su humanidad sentimientos de inmensa compasión hacia nosotros. ¿En cuántas ocasiones, al ver a un ser querido partir de este mundo, no desearíamos haber muerto en su lugar? Ahora bien, Nuestro Señor Jesucristo nos amó tanto que se dio a sí mismo por nosotros y nos redimió con su sacrificio, dándonos acceso a la vida verdadera. Meditar en esta maravilla nos proporciona un beneficio monumental, porque con frecuencia somos asaltados por aflicciones, tentaciones, miedo, y a veces incurrimos en delitos funestos; pero si Nuestro Señor cura, resucita y perdona, Él tiene poder para aminorar nuestros problemas y levantarnos de cualquier caída. ¿Qué es necesario de nuestra parte? “¡Basta tener fe!”