III – Una entrega que
prepara el alma para la Navidad […]
Solución al alcance de
cualquiera de nosotros
Analizando las cosas bajo este ángulo, cabe preguntarnos: ¿no tendremos algo concreto para entregarle a Jesús antes de conmemorar una vez más, en este año, su nacimiento en la gruta de Belén? Tal vez la ruptura con una amistad inconveniente o peligrosa, por cuya causa nos apartamos de Él, o quizá la renuncia al excesivo afecto a un determinado bien, o alguna situación, que generalmente termina llevándonos al pecado. La Liturgia de hoy nos inspira a renunciar a los pies de la Virgen Madre cualquier defecto capaz de impedirnos de recibir con ardiente devoción al Niño Dios.
¿No tenemos obligación de, en este Adviento,
esforzarnos para acondicionar de la mejor manera posible la “gruta” de nuestra
alma, con el fin que Jesús no encuentre en ella un ambiente más frío e
inhóspito que el de la Gruta de Belén?
Examinémonos cuidadosamente para saber cómo andamos en este sentido. Habrá sin dudas fallas a subsanar en nuestro procedimiento. ¿Cuáles? Y desvíos para rectificar en nuestra vida. ¿Cuáles?
Mons. Joao Clá Dias, EP |
Si una vez hecho este balance, el resultado nos
es desfavorable y no sentimos el ánimo suficiente para corregir nuestros
defectos, la solución está al alcance de cualquiera de nosotros: recurrir con
filial confianza a la Santísima Virgen, Refugio de los Pecadores. Ella nos
obtendrá de su Divino Hijo gracias para una completa victoria sobre todas
nuestras fallas y desvíos. Pues Jesucristo –que quiso permanecer cautivo
durante nueve meses en su seno purísimo, dependiendo de Ella en todas las
cosas, y la coronó como Reina del Cielo y de la tierra –no dejará de atender
las súplicas hechas por Ella en favor de sus devotos.
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