[...] III – Nunca perder la fe ante las
dificultades
El Evangelio de este
domingo nos enseña el papel fundamental de la fe en la gozosa dependencia de
Dios. Las desilusiones y dificultades humanas, imprevistas a lo largo de la
vida, son permitidas por la Providencia Divina para que marquen en nosotros el
momento culminante en el cual Dios o el demonio se hace vencedor en el campo de
batalla interior del alma.
Crecer en la fe
significa, muchas veces, presenciar o sufrir un desastre y mantener, en el
fondo del alma, una confianza inamovible. ¡No hay escena más conmovedora que
aquella, que al llegar al Calvario, y encontrase con Jesús crucificado entre
dos ladrones! Sin embargo con el alma partida delante de tal drama, encontraría
consuelo si supiese pensar en las maravillas que de aquella Cruz surgirían, tal
como lo hacía la Santísima Virgen, que allí estaba, de pie, sin flaquear. Tengamos
confianza, porque los desastres son permitidos por Dios para lograr un bien
mayor. La fe es un ungüento para todos nuestros dolores, es el ánimo y la
alegría en medio de los sufrimientos de este gran desierto –la existencia en el
exilio terreno- , hasta alcanzar un día la felicidad eterna, en la gloria
celestial.
¡La fe conquistará el mundo!
Vivimos en una época
de ateísmo en que la fe se va debilitando cada vez más en el corazón de las
personas. El orgullo terrible prevalece
frente a Dios, y el mundo no acepta ni adhiere a sus verdades. Ante una
humanidad tan lejana de su propio fin, nuestro anhelo de católicos es ver que
la Buena Nueva del Evangelio conquiste la faz de la tierra de tal manera que
produzcan los resultados más bellos en materia de santidad. Tenemos claro como
las condiciones actuales cuán lejos están de hacer esto naturalmente posible. Por
eso, se nos pide uno de los mayores actos de fe jamás visto y exigidos hasta
nuestros días.
¿Si los Apóstoles –escogidos
directamente por Nuestro Señor- pidieron un aumento de su fe, cómo no lo
debemos pedir nosotros también? Pidamos entonces, a Él una fe robusta suplicando: ¡Señor, que eres todopoderoso y creaste el don de la fe para
infudirlo en las almas; tú tienes la posibilidad de crear esa virtud en grado
infinito! ¡Danos, entonces, la fe que tantos precisamos! ¡Ven y concédenos un
fulgor de fe como nunca existió en la Historia!
(CLÁ DIAS EP, Mons. Joao S. in: "Lo inédito sobre los Evangelios" Volumen III, Librería Editrice Vaticana)