¿Dónde está mi
corazón?
Ante la hipocresía farisaica, el Divino Maestro demuestra que el hombre no se define por las exterioridades, sino por las intenciones nacidas del corazón. […]
El horrible
defecto de la hipocresía
Por
este motivo Jesús se levantó contra los fariseos y los recriminó, aplicándoles
la frase de Isaías: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está
lejos de mí. De nada sirve el culto que me rinden, pues las doctrinas que
enseñan son apenas preceptos humanos”. O sea, era meramente humano el empeño de
ellos en observar, de forma meticulosa, una serie de reglas externas. Aunque
actuasen así por una supuesta razón religiosa y alabasen al Señor con sus
labios, sus corazones estaban lejos de Él. Se equivocaban, por tanto, al
practicar la devoción de las apariencias, bastando aquellas abluciones para que
se sintiesen y se juzgasen libres de toda impureza, sin preocuparse por los
vicios que manchaban su alma. Mientras guardaban en su corazón todo lo que
Jesús enumerará a continuación - “malas intenciones, inmoralidades, robos,
asesinatos, adulterios, ambiciones irracionales, malas acciones”, entre otros -
apoyaban la idea de que el interior del hombre - especialmente si fuera un
fariseo - en sí mismo era puro, y se suponía que debían encontrar tranquilidad
de conciencia en las exterioridades y la solución para encubrir estas fallas
espirituales. ¡Es por eso que el título principal que recibieron del Salvador
fue el de “hipócritas”!
La
hipocresía es un defecto horrible –¡mucho más común de lo que pensamos!-, por
lo cual hay una contradicción entre los dichos y las actitudes de una persona y
aquello que ella piensa o desea. El hipócrita se parece con el “padre de la
mentira” (Juan 8, 44), porque éste es justamente el modo de ser del demonio: se
presenta con palabras atrayentes, dando la impresión de querer hacer el bien,
pero sus intenciones son pésimas. Aunque no conste en el Evangelio de este
domingo, los versículos 9 a 13 hacen aún más comprensible esta enseñanza del Divino
Maestro: “En realidad, invalidáis el Mandamiento de Dios para establecer
vuestra tradición” (Mc 7, 9). De hecho, los fariseos incluso transformaron
estas normas, que deberían apuntar a lo sobrenatural, en una especie de
idolatría. Arrancaron los auténticos preceptos morales y crearon su propia
religión, diferente a la verdadera, totalmente desprovista de cuño religioso y
separada de Dios, porque estaba basada en dictados mundanos, determinados por
la vida social de la época. Deificaron la ley humana; ¡Desacralizaron y
humanizaron la Ley divina!
Entonces
Jesús citó un ejemplo (cf. Mc 7, 10-13) para mostrar cómo desvirtuaron la Ley,
vaciando su contenido y falseando las costumbres basadas en ella: los fariseos,
por ser codiciosos, recurrieron a una estratagema para conservar el dinero que,
según el Cuarto Mandamiento del Decálogo, todo niño tiene la obligación de
utilizar para ayudar a sus padres en la vejez, contribuyendo a su sustento. En
lugar de dar a los padres la cantidad necesaria para su sustento, los fariseos
la consagraban como ofrenda a Dios y se consideraron libres de ese deber
filial. […]
Mons. João S. Clá Dias, EP |
¿Cómo
es mi interior?
La
Liturgia de este 22º Domingo del Tiempo Ordinario se resume en el siguiente
problema: ¿Dónde está mi corazón? ¿Será qué mis labios alaban a Dios, pero mi
interior está fuera de la Ley? ¿Con qué frecuencia prefiero estar en línea con
el mundo y en oposición a Nuestro Señor Jesucristo? ¿Pongo a Dios en el centro
de mi vida o me pongo a mí mismo?
Todas
nuestras acciones se correlacionan con nuestro destino eterno y con nuestra
vocación sobrenatural; por eso se nos invita a ser íntegros ante Dios,
amándolo, respetando sus leyes con espíritu elevado, fervorosos en relación a
la práctica de la santidad. ¡Pidamos a la Santísima Virgen que nos obtenga
gracias extraordinarias para que nuestros corazones se enciendan y los labios
desborden de lo que canta y proclama el corazón! ◊
Fuente:
Monseñor João S. Clá Dias, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen II,
Librería Editríce Vaticana.
Monseñor João S. Clá Dias, EP es fundador de los Heraldos del Evangelio.
Se autoriza su publicación
citando la fuente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario