Alimento que comunica la virtud vivificadora
Recurramos a la ciencia teológica y al talento de Dom Guéranger para explicitar mejor los efectos maravillosos y sobrenaturales de la Eucaristía, en aquellos que la reciben en condiciones dignas. Como lo es el alimento para aumentar y sostener la vida, explica, la Palabra de Dios “se convirtió en alimento vivo y vivificante, bajado de los Cielos. Al participar Él mismo de la vida eterna, que extrae directamente del seno del Padre, la carne del Verbo comunica esta vida a quienes se alimentan de ella. Aquello que es corruptible por su naturaleza, como dice San Cirilo de Alejandría, no puede ser vivificado a no ser por la unión corporal al cuerpo de aquel que es vida por naturaleza. Del mismo modo que dos trozos de cera fundidos por el fuego pasan a ser un solo, así sucede con nosotros y con el Cuerpo de Cristo, debido a la participación en su Cuerpo y Sangre preciosos […] Como un poco de levadura, dice el Apóstol, toda la masa sube (1 Co 5, 6), así este Cuerpo, penetrando en el nuestro, transforma el todo en sí mismo. Así como nada puede penetrar en nuestra sustancia corporal excepto a través de la comida y la bebida. Este es el camino, propio de su naturaleza, por el cual nuestro cuerpo adquiere la virtud vivificante”. [1]
La Iglesia es
llamada a imitarla
"María
es mujer" eucarística "en la totalidad de su vida" - afirma San
Juan Pablo II en la Encíclica Ecclesia de
Eucharistia. Por eso, "la Iglesia, viendo en María su modelo, es
llamada a imitarla también en su relación con este misterio santísimo". [2]
El
pontífice agrega más adelante: "En cierto modo, María practicó su fe
eucarística aún antes de ser instituida la Eucaristía, cuando ofreció su
vientre virginal para la encarnación del Verbo de Dios. […] Y la mirada
extasiada de María, cuando contemplaba el rostro de Cristo recién nacido y lo
estrechaba en sus brazos, ¿no es el modelo intangible de amor que debe inspirar
todas nuestras comuniones eucarísticas?” [3]
Explica
también que María vivió la "dimensión sacrificial de la Eucaristía",
no sólo en el Calvario, sino a lo largo de toda su existencia al lado de
Cristo.
"Preparándose
día a día para el Calvario, María vive una especie de" Eucaristía
anticipada ", se diría una" comunión espiritual "de deseo y
oferta, que tendrá su cumplimiento en la unión con el Hijo durante la Pasión y
se manifestará después, en el período post-pascual, en su participación en la
celebración eucarística, presidida por los apóstoles, como 'memorial' de la
pasión. [4]
Por
eso, vivir el memorial de la muerte de Cristo en la Eucaristía implica recibir
constantemente a María como Madre. "Significa al mismo tiempo asumir el
compromiso de conformarnos con Cristo, entrando en la escuela de la Madre y
aceptando su compañía. María está presente - con la Iglesia y como Madre de la
Iglesia - en cada una de las celebraciones eucarísticas. Si la Iglesia y la
Eucaristía son un binomio indivisible, lo mismo hay que afirmar del binomio
María y Eucaristía". [5]
Que
estas hermosas y profundas consideraciones tan eucarísticas y marianas nos
ayuden a compenetrarnos mejor de la sublimidad de este inmenso don de Dios a la
humanidad y del papel de María en la devoción eucarística de los fieles, sean
ellos laicos o sacerdotes. ◊
[1]
GUÉRANGER, OSB, Dom Prosper. L’Année Liturgique – Le temps après la Pentecôte.
Tome I. Tours: Maison Alfred Mame et fils, 1921, p. 307-308.
[2]
San Juan Pablo II. Ecclesia de Eucharistia, n. 53.
[3]
Idem, n. 55.
[4]
Idem, n. 56.
[5]
Idem, n. 57.
Fuente:
Monseñor João S. Clá Dias, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen II,
Librería Editríce Vaticana.
Monseñor João S. Clá Dias, EP
es fundador de los Heraldos del Evangelio.
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