No miremos hacia
atrás
La liturgia de este domingo XVIII del Tiempo Durante el Año se refiere a la felicidad del hombre, cuando sigue enteramente las vías del Divino Redentor. Es la enseñanza de San Pablo a los Efesios, contenida en la Segunda Lectura de este domingo “Hermanos: he aquí, pues lo que yo digo y atestiguo en el Señor: no continuéis viviendo como los paganos, cuya inteligencia los conduce hacia la nada” (Ef 4, 17). Recurriendo al nombre de Dios, él nos alerta que no seamos como los paganos, los cuales ponen su inteligencia en las cosas materiales y acaban adorando ídolos de madera, metal o piedra, lo que en el fondo constituye una forma de adoración de sí mismo.
“En
cuanto a vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis
oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús.
Sobre la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado
conforme a los deseos engañosos, y renovaos en vuestro espíritu y en vuestra
mente. Vestíos del hombre nuevo, creado a imagen de Dios, en la verdadera
justicia y santidad (Ef 4, 20-24).
Es
preciso renunciar a los errores de la vida pasada, a los malos ambientes, a las
amistades inconvenientes, a todo aquello que lleva al pecado. El hombre viejo
se rige por una serie de principios erróneos y está dominado por sus pasiones.
Ahora bien, el ser humano debe elegir el rumbo de su vida mediante una
deliberación de su voluntad, superando, por tanto, la solicitación de sus malas
inclinaciones. Si nuestra meta es la gloria de Dios, necesitamos alejarnos de
todo cuanto nos vincula al hombre viejo, sin siquiera mirar para atrás para
contemplar el pasado, como lo hizo la mujer de Lot (cf. Gn 19, 26). Dice la
Escritura: “El can vuelve a su propio vómito” (II Pd 2, 22). ¡No queramos imitarlo!
La
revelación de la Eucaristía, alimento que abre el alma para una inmortalidad
bienaventurada, constituye la coronación de una didáctica desarrollada durante
siglos, desde la peregrinación del pueblo elegido por el desierto hasta el
grandioso episodio relatado en el Evangelio de este domingo.
Seamos agradecidos de Dios, pues en este sacramento recibimos beneficios muy superiores a aquellos concedidos al pueblo judío en el desierto, o a las multitudes que fueron a la búsqueda del Divino Redentor movidas por el mero deseo del pan material. ¡Estos lo vieron y oyeron, pero no tuvieron el privilegio, tan a nuestro alcance, de recibirlo diariamente en el banquete eucarístico! ◊
Fuente:
Monseñor João S. Clá Dias, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen II,
Librería Editríce Vaticana.
Monseñor João S. Clá Dias, EP
es fundador de los Heraldos del Evangelio.
Se autoriza su publicación
citando la fuente.
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