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viernes, 13 de diciembre de 2019

Comentario al Evangelio III Domingo de Adviento (Domingo “Gaudete”) por Mons. João Clá Dias, EP


[…] III – El camino de la verdadera felicidad

La liturgia de este domingo nos invita a la alegría, mostrando el rumbo para alcanzarla. El contraste entre los protagonistas de la escena de hoy es notorio: mientras San Juan está en la cárcel y se somete a este padecimiento con plena resignación, animado por la felicidad de ser íntegro y cumplir su llamado, los discípulos se ven privados de esa felicidad por la envidia que los consume.

Similar amargura acompaña a Herodes Antipas, esclavizado por sus pasiones, como también a los fariseos que viven a la búsqueda de alabanzas e incienso, impulsados por la sed de gloria terrenal. Los propios apóstoles tampoco están enteramente felices en este período de la vida pública del Divino Maestro, pues esperaban un Mesías diferente al que tenían delante de sí.

Entonces, ¿dónde está la alegría? En la locura de la Cruz. Nuestro Señor Jesucristo, no podía estar triste ni abrazar un camino de depresión, y además, eligió el del Calvario para darnos el ejemplo e indicar que la conquista de la felicidad comporta la adversidad y el dolor. Recordémonos de su enseñanza: “Si alguien quiere venir conmigo, renuncie a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16, 24). La idea de que la felicidad excluye el sufrimiento es infundada, ya que somos tendientes al mal por la caída de nuestros primeros padres, el sufrimiento se tornó un elemento indispensable para nuestra santificación.

En efecto, el problema del sufrimiento no está tanto en aquello que lo ocasiona, sino en el modo como es soportado. Él existe en todas las situaciones de la vida y pide de nuestra parte el ánimo que esta Liturgia presenta, del cual María Santísima es modelo. Ella aceptó todos los padecimientos que su Divino Hijo sufrió y se dispuso a colaborar con el sacrificio redentor, pues quería la salvación de todos.


Nuestra finalidad es pertenecer a Jesús

Hecho para pertenecer a Nuestro Señor Jesucristo, el ser humano se realiza en la medida en que asume con seriedad su condición de bautizado, miembro de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, dando pasos en la práctica de la virtud y en la búsqueda de la santidad. Cuánto más avanzamos en esta vía, mayor es la alegría que nos invade, como el deseo de progresar cada vez más.

Consideremos de frente nuestro destino eterno mientras esperamos la venida del Salvador. En la noche de Navidad Él nacerá de nuevo, místicamente, y si aplicamos en nuestras vidas la lección de esta Liturgia nacerá también en nuestros corazones, donde encontrará una digna posada para hospedarse.

(CLÁ DIAS EP, Mons. João Scognamiglio In: “Lo Inédito sobre los Evangelios” Vol I, Librería Editrice Vaticana)