[…] Debemos estar preparados para las intervenciones de Dios
en la Historia –
Al explicar el Evangelio de este domingo, casi
todos los doctores, exegetas y espiritualistas se centran en la necesidad de
ser vigilantes en todo momento, sea en la perspectiva de la muerte y del juicio
particular, sea en la del fin del mundo y del Juicio Final.
En armonía con esta visualización presentada en
los comentarios de arriba, se puede conjeturar que Nuestro Señor Jesucristo
quiso también advertirnos a cada uno de nosotros al respecto de las intervenciones
de Él en la Historia. Sobre la situación del mundo, en el lejano año 1951
escribía el profesor Plinio Corrêa de Oliveira: “¿Hoy, no es bien verdad, que
el Vicario de Cristo es desobedecido, abandonado, traicionado? ¿No es bien
verdad que se construye todo un mundo, toda una civilización basada en la
negación de Cristo? ¿No es bien verdad que la Santísima Virgen habló en Fátima
señalando todos estos pecados y pidiendo penitencia?” [11]
El triunfo del Sapiencial e Inmaculado Corazón de María
Es muy importante destacar que, en relación al
gobierno de Dios sobre los acontecimientos humanos, la vigilancia nos debe
conducir a esperar con alegría y avidez el triunfo del Sapiencial e Inmaculado Corazón
de María, la llegada de este período extraordinario de la Historia anunciado
por Nuestra Señora en Fátima, “ese tiempo feliz y ese siglo de María, en el
cual incontables almas escogidas y obtenidas del Altísimo por medio de Ella,
perdiéndose a sí mismas en el abismo de su interior, se tornarán copias vivas
de María, para amar y glorificar a Nuestro Señor Jesucristo”. [12]
Entonces, del mismo modo que preparamos nuestras
almas para el nacimiento del Niño Jesús en la noche de Navidad, coloquémonos
también, según el Evangelio de este domingo, delante de otro panorama grandioso:
aquel en que Dios intervendrá con el fin de conceder a la Santísima Virgen, en
esta tierra, la gloria que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo le dan en el Cielo.
¡En la expectativa de esta victoria de la Santa Iglesia,
permanezcamos vigilantes! Vigilar significa nunca ceder a nada que el demonio pueda
proponernos. Vigilar significa estar atento, con los ojos bien abiertos,
analizando bien desde donde vienen los peligros.
Vigilar significa arrancar enérgicamente,
sin contemporizaciones, cualquier raíz de pecado que haya en nosotros. Todo lo
que implica riesgo para la salvación eterna y para nuestra santificación debe
ser cortado, haciendo todo el esfuerzo para perseverar en el camino de la
perfección, visando no atrasar el día magnífico en que María Santísima dirá: “Mi
Inmaculado Corazón triunfó!”
11) CORREA DE OLIVEIRA, Plinio. Via Sacra. VIII
Estação. In: Catolicismo. Campos dos Goytacazes. Ano I. N.3 (Mar., 1951); p.5.
12) SAN LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT. Traité
de la vraie dévotion à la Sainte Vierge, n.217. In: OEuvres complètes. Paris:
Du Seuil, 1966, p.635.
(CLÁ DIAS EP, Mons. João S. In: “Lo inédito sobre los Evangelios” Vol. I, Librería Editrice Vaticana)
Texto original, completo: Comentários ao Evangelho I Domingo do Advento - Ano A