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viernes, 6 de octubre de 2023

Comentario al Evangelio –Domingo XXVII del Tiempo durante el Año (Ciclo A) por Mons. João Clá Dias, EP

La grave responsabilidad de los que cuidan la viña del Señor

Del mismo modo que, otrora al pueblo electo, Dios nos trata como una viña escogida para que alcancemos más fácilmente la bienaventuranza eterna. ¿Qué frutos daremos a su Dueño? [...]

Un oportuno examen de conciencia

¿Entonces, cómo cuido de esa viña que soy yo? ¿La cuido con todo el esmero y restituyo a Dios lo que le pertenece? ¿Estoy constantemente con la atención puesta en las realidades sobrenaturales, con deseo de beneficiar al prójimo, compenetrado de que fui llamado a dar gloria a Dios y reparar el Sapiencial e Inmaculado Corazón de María de los incontables pecados que hoy se cometen? ¿Estoy atento a la llegada de los empleados del Dueño de la viña? Una palabra dicha desde el púlpito, un consejo de alguien que busca mi santificación, una amonestación de la conciencia...  Más aún, los ruegos de la Santísima Virgen y el amparo de mi Ángel de la Guarda. ¿Qué le hago yo a esos empleados? ¿Los apedreo, los golpeo y los mato, sofocando su voz?  Pues, si no quiero de ningún modo entregar a Dios lo que es de Él y hago uso de sus dones para mi ventaja personal o, peor, para ofenderlo, estoy en el fondo, golpeando, apedreando, matando los empleados, y hasta al Hijo del Divino Dueño. Es indispensable precaverme, porque el Reino de los Cielos que recibí en el día de mi Bautismo podrá serme retirado y dado a otros.

¡Cuánta materia para un examen de conciencia! ¿Cómo estoy ahora? ¿Frente a estas palabras, cuál es mi reacción? ¿Estoy siendo esquivo, desvío mi atención o me coloco delante de la obligación de prestar cuentas por la viña que soy yo?  Si la conciencia me acusa, debo recordarme de la enseñanza de San Pablo, en la segunda lectura: “No te inquietes con nada, pero presenta tus necesidades a Dios, en oraciones y súplicas, acompañadas de acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera todo el entendimiento, guardará sus corazones y pensamiento en Cristo Jesús” (Fl 4, 6-7). Gracias a la maternal intercesión de María Santísima todo tiene solución, desde que yo reconozca que procedí mal y necesito cambiar de vida. Pidamos a la Santísima Virgen, entonces, misericordia y fuerzas, para enmendarnos y adherir con entusiasmo a la voluntad del Dueño de la viña.

Fuente: Monseñor João S. Clá Dias, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen I, Librería Editrice Vaticana.

Monseñor João S. Clá Dias, EP es fundador de los Heraldos del Evangelio.

Se autoriza su publicación citando la fuente.

Ilustración: La Parábola de "Los viñadores homicidas" (Evangelio según San Mateo 21, 33-43).

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