¿Quién oyó y comprendió por entero esta parábola [*] sino María Santísima, la cual ciertamente de Ella tomaría conocimiento con admiración y amor insuperables? Al hablar de “tierra fértil” y en semilla que produjo ciento por uno, sería muy comprensible que Jesús estuviese pensando en su Inmaculada Madre, la tierra fertilísima por excelencia para hacer germinar la semilla divina en la plenitud.
Toda la vida de la
Santísima Virgen fue un continuo sí a la voluntad de Dios. Cuando Él la inspiró
a hacer el voto de virginidad, Ella accedió con todo entusiasmo. Al serle anunciada la Encarnación del Verbo,
su respuesta fue: “Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38), y la Palabra se
hizo carne en esta tierra inmaculada. Al oír de los pastores lo que los ángeles
le habían comunicado, Ella guardó y confirió en su corazón todas estas palabras
(cf. Lc 2, 51). Y lo mismo hizo durante toda la vida con todo cuanto los
adorables labios de su Divino Hijo profirieron, hasta el “¡Consummatum est!”
Constata el padre
Garrigou-Lagrange, escribiendo con fervor marial: “Es consolador pensar que hay
un alma que recibió plenamente todo cuanto Dios le quería dar y nunca impidió
que el esplendor de la gracia alcanzase las demás almas. Existe un alma
absolutamente perfecta, la cual sin obstáculo alguno, dejó manar en sí misma el
río de vida divino, que nunca estuvo un instante siquiera debajo de aquello que
de Ella Dios deseaba”. [1]
¡En fin, el Corazón
Inmaculado de María Santísima es un Evangelio vivo, cuyas maravillas aún están
para ser conocidas!
Roguemos a Ella,
protectora por excelencia de todos cuantos quieren oír y poner en práctica la
palabra de Dios, la gracia de no dejarnos ninguna semilla que hayamos recibido,
sin producir todos los frutos esperados por el Creador. ◊
[1]
GARRIGOU-LAGRANGE, OP, Reginald. El Salvador y su amor por nosotros. Madrid:
Rialp, 1977, p.477
Fuente: Monseñor João
S. Clá Dias, EP in “Lo inédito sobre
los Evangelios” Volumen I, Librería Editrice Vaticana.
Monseñor João S. Clá Dias, EP es fundador de los Heraldos del Evangelio.
Se autoriza su
publicación citando la fuente.
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[*] Evangelio según san Mateo 13:1-23
1 Aquel día, salió
Jesús de casa y se sentó a orillas del mar; 2 Y se reunió tanta gente junto a
él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la
ribera; 3 Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: «Una vez salió un
sembrador a sembrar. […] 8 Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una
ciento, otra sesenta, otra treinta; […] 18 «Vosotros, pues, escuchad la
parábola del sembrador; 19 Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no
la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste
es el que fue sembrado a lo largo del camino; [...] 23 Pero el que fue sembrado en
tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y
produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.»
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