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jueves, 16 de marzo de 2023

Comentario al Evangelio Domingo IV de Cuaresma, Domingo de la Alegría (Ciclo A) - por Mons. João S. Clá Dias, EP

Dejemos las tinieblas de este mundo

Lo medular del Evangelio de este domingo nos es sintetizado por San Pablo en su Epístola a los Efesios, también sugerida a nuestra consideración en este domingo de la alegría: “Antes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor” (Ef 5, 8).

Habiendo nacido con el pecado original, de hecho estaremos en tinieblas para comprender lo sobrenatural mientras no recibamos la luz de la gracia por el Bautismo. Esta es incomparablemente superior a la propia luz solar. “Lo que es el sol para el mundo sensible, lo es Dios para el mundo espiritual: la luz de la justicia, y de la verdad eterna, de la más elevada hermosura y del amor infinito, de la más pura santidad y de la perfecta felicidad”, dice el padre Scheeben.

En nuestro apostolado, esforcémonos en ayudar a los otros a recuperar la vista espiritual, porque de este modo podrán contemplar los reflejos de la luz divina en la Creación y ordenar su vida en función de ese Lucero que es Jesucristo y la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana.

Presentándonos este magnífico Evangelio sobre la luz en el 4° Domingo de Cuaresma, la Iglesia nos proporciona un particular aliento para avanzar con ánimo decidido en la vida espiritual. A veces flaqueamos, nos dejamos arrastrar por nuestras malas inclinaciones y sentimos decaer nuestra perseverancia en las vías de la santificación. En estos momentos, recordemos la cura del ciego de nacimiento y consideremos que, si Dios permitió que cayésemos en una debilidad. Él está atento para intervenir a cualquier momento y restaurar en nosotros la vida divina.

Monseñor João S. Clá Dias, EP 

Con las oraciones y la mediación maternal de la Santísima Virgen, nos encontraremos purificados para contemplar la luz del Cirio Pascual, símbolo también de esa Luz que nos fue dada con la Resurrección de Cristo y que nos llega a través de los Sacramentos.

Fuente: Monseñor João S. Clá Dias, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen I, Librería Editrice Vaticana.

Monseñor João S. Clá Dias, EP es fundador de los Heraldos del Evangelio.

Se autoriza su publicación citando la fuente.

Ilustración superior: Jesús cura al ciego de nacimiento.
 

Evangelio IV Domingo de Cuaresma, según san Juan (9,1.6-9.13-17.34-38):

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»

Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»

Unos decían: «El mismo.»

Otros decían: «No es él, pero se le parece.»

Él respondía: «Soy yo.»

Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.

Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.»

Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.»

Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»

Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?»

Él contestó: «Que es un profeta.»

Le replicaron: «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?»

Y lo expulsaron.

Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?»

Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»

Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»

Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.

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