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miércoles, 18 de enero de 2023

Comentario al Evangelio III Domingo del Tiempo durante el Año (Ciclo A) - por Mons. João S. Clá Dias, EP

El relato del inicio de la vida pública del Salvador, explosión de luz divina en medio de un mundo hundido en las tinieblas, llena de esperanza los corazones católicos, afligidos por el aparente dominio del mal en nuestros días.

Heraldos de la Luz en un mundo envuelto en tinieblas

En el Evangelio de este domingo [Domingo III del Tiempo Durante el Año] contemplamos con viva emoción el cumplimiento de la promesa hecha por Isaías a los paganos que habitaban la región de Galilea y, por extensión, a los de todo el orbe. Se trata de una profecía cargada de esperanza, porque anuncia el surgimiento de una Luz vivificante y benigna que, a su vez, engendra nuevas luces. De hecho, gracias a la presteza con que los cuatro primeros apóstoles respondieron al llamamiento del divino Maestro, nace la Iglesia militante.

La trayectoria de esta luz será trágica y gloriosa. Los hijos de las tinieblas, ofuscados por sus rayos, tratarán de extinguir el fulgor de Cristo y de su Iglesia. Y, en este sentido, la cruz del Señor representa la primera tentativa frustrada de los malos de apagar el brillo de la Redención. El esplendor de la mañana de Pascua disipó para siempre la negrura del pecado y de la muerte, pero la lucha no terminó con ese acontecimiento culminante.

A lo largo de los siglos, la Luz sufrirá mil y una formas de persecución. Al percibir que es inextinguible, los malos tratarán de eclipsarla en extremo, y nuestra época representa el auge de esa impía tentativa. Grandes males necesitan grandes remedios… Estamos, en consecuencia, a las puertas de la más fulgurante manifestación de la Luz divina, que se realizará con el concurso de los corazones fieles que en medio de la densa noche conserven encendida la antorcha de la fe.

También nosotros estamos llamados por el Señor a una misión única por su altura y nobleza: ser guerreros de la Luz en este mundo de tinieblas. Respondamos con prontitud apostólica a tal vocación y dispongamos nuestro espíritu para la lucha contra la corriente del vicio. Así, haremos surgir nuevamente en el horizonte de la Historia el Sol de justicia, que implantará el Reino de paz y de santidad, todo marial, prometido por la Santísima Virgen en Fátima. Y tras afrontar los peores riesgos y emprender epopeyas sacrosantas, en la hora de nuestra muerte veremos amanecer en nosotros ese lumen Christi, que será nuestro deleite y nuestro consuelo eternos.

Fuente: Monseñor João S. Clá Dias, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen I, Librería Editrice Vaticana.

Monseñor João S. Clá Dias, EP es fundador de los Heraldos del Evangelio.

Se autoriza su publicación citando la fuente.

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