Para introducirnos en los comentarios al Evangelio de este Domingo 25° del Tiempo Común, analicemos los siguientes versículos:
10 Quien es fiel en
lo poco también es fiel en lo mucho; y quien es injusto en lo poco también es
injusto en lo mucho. 11 Si entonces no fueras fiel en las riquezas perversas,
¿quién te confiaría las verdaderas? 12 Y si no fueras fiel a otro, ¿quién te
dará lo que es tuyo? 13 Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, u
odiará uno y amará al otro, o será aficionado a uno y despreciará al otro. No
puedes servir a Dios y al dinero.
Algunos autores dan a estos cuatro versículos el título de “apéndices parabólicos sobre las riquezas”. Las tres máximas contenidas en ellos son de fácil comprensión y evitan largas consideraciones.
Cabe señalar que
Jesús no condena la propiedad, sino que la toma como una propiedad que se
administrará temporalmente para la vida eterna. El hombre no es sino un simple
administrador. Dios, sí, es el auténtico propietario. Si esta distinción es
ignorada por el hombre, termina por violar la supremacía de Dios como Señor de
todo lo creado, ingresando así, en la injusticia.
“Las riquezas en
esta tierra no son la posesión absoluta del hombre. Él es administrador de
estos bienes de Dios. Debes serle fiel en ellos. Es la expresión externa de su
fidelidad. Así recibirá los 'propios' que, en este contexto, por la oposición
establecida, parecen referirse a los dones espirituales que Dios, en
compensación por esta fidelidad requerida para los otros, otorga en abundancia
al discípulo.” [1]
Las expresiones:
“riquezas verdaderas” y “lo que es tuyo” se refieren a los bienes
sobrenaturales, los dones de la gracia, los únicos eternos y absolutos.
Sobre el último
versículo (13), San Mateo lo coloca a lo largo del Sermón de la Montaña y en
una formulación casi idéntica: "Nadie puede servir a dos señores, porque
se odiará a uno y se amará al otro, o amará a uno y despreciará al otro. No se
puede servir a Dios y a las riquezas" (Mt 6, 24). Tanto en Lucas como en
Mateo, "se presenta la tesis y se da la razón de que no puede servir a dos
señores: a Dios y a las riquezas. Por supuesto, entendido en un sentido de
apego a ellas o en una adquisición o el uso reprobable de ellas.”. [2]
En estos versículos (9 a 13), el Divino Maestro se manifiesta como el Heraldo del desapego
de todo lo que pasa. No es ilícito guardar los bienes en un cofre, lo que no
podemos es atesorarlos en nuestros corazones. ◊
[1] Pe. Manuel de Tuya OP, Biblia Comentada, BAC, Madrid, 1964, v. II, p. 874
[2] Id., ibid.
Fuente: CLÁ DIAS EP, Mons. João
Scognamiglio. In: “Lo inédito sobre
los Evangelios”, Vol. III Librería Editrice Vaticana.
Se autoriza su publicación citando la fuente.
Monseñor João S. Clá Dias es fundador de los Heraldos del Evangelio.
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