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jueves, 27 de mayo de 2021

Comentario al Evangelio – Solemnidad de la Santísima Trinidad (domingo 30 de mayo) por Mons. João S. Clá Dias, EP


I – Los presupuestos.

Los pocos versículos del Evangelio de la Solemnidad de la Santísima Trinidad son de fácil comprensión y hacen dispensables largas digresiones para profundizar su significado.

Pero es de capital importancia, para degustar mejor el relato de San Mateo en el final de su Evangelio, conocer exactamente las causas que llevaron a Jesús a afirmar a los apóstoles: “Toda autoridad me fue dada en el Cielo y en la Tierra”. O sea, por qué le cupo a Él, en calidad de Hijo del Hombre, dar a los apóstoles el poder oficial de enseñar a todas las naciones y bautizarlas en nombre de la Santísima Trinidad.

Para esto, antes de entrar en las consideraciones sobre este trecho de San Mateo, analicemos sobre importantes presupuestos del Evangelio de este domingo.

La transformación de las mentalidades

Con la acentuada y creciente decadencia moral de los últimos tiempos, se van transformando paulatinamente las mentalidades, y entran en vigor nuevas normas, sublevándose contra las eternas establecidas por Dios. Dando rienda suelta a sus pasiones y vicios, en una progresiva vía de deterioración de los principios morales más profundos, los hombres contemporáneos llegan a decir: “en sus corazones: el Señor no hace bien, ni mal [1]”; y terminan por elegir para sí máximas relajadas de vida: “Todo es permitido… Es prohibido prohibir”.

Ahora bien, si abrimos los Evangelios, constataremos que no fue esa la conducta de Jesús y ni siquiera por ahí iban sus consejos. Muy al contrario, el Divino Maestro afirmó: “Sea vuestro lenguaje ‘sí, sí, no, no’. [2]”

Jesús fue piedra de escándalo

Durante su vida pública, Cristo dividió los campos entre el bien y el mal, la verdad y el error, lo bello y lo feo. Por ejemplo, San Beda demuestra lo anterior al decir: “Cuando Jesús predicaba y prodigaba generosamente sus milagros, las multitudes eran tomadas por el temor y glorificaban al Dios de Israel; pero los fariseos y escribas acogían con palabras cargadas de odio todos los dichos que procedían de los labios del Señor, como también las obras que realizaba [3]”.

Desde el momento que el Niño Dios fue presentado en el Templo, María oyó de Simón estas palabras: “He aquí que él está puesto para la ruina y la resurrección de muchos en Israel, y para ser blanco de contradicciones [4].” El hecho de Jesús haber sido piedra de escándalo es una de las causas de haberlo odiado y haberlo tratado como el Hombre más rechazado de la Historia. […]

Mons. Joao Clá Dias, EP

Instrumentos para la conversión de la humanidad

…bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo…

A través de la Teología sabemos que la conversión es el resultado de una gracia eficaz, una iniciativa del mismo Dios. Sin embargo, por motivos de altísimo contenido ontológico, ligados al instinto de sociabilidad, Dios quiere servirse de instrumentos humanos para convertir las almas. Por eso creó un método y, sobre todo, una organización que se sintetizan en este versículo, cuando Jesús pronunció de forma solemne, la determinación que unos enseñen a los otros, sin acepción de personas ni de razas, llevando a todos a recibir el Bautismo.

El Evangelio, como mensaje de Nuestro Señor Jesucristo, debe ser el camino preparatorio para acoger al nuevo converso en el seno de la Iglesia.

20 y enseñándonos a observar todo los os ordené!

Después de bautizado, el neófito deberá observar todo lo que fue prescrito por el Divino Maestro: “La fe sin obras es muerta”, dice Santiago [24]. Por eso, es fundamental para él hacer su vida y costumbres según el Evangelio que escuchó y acogió en su corazón. Por lo tanto, no basta tener fe y ser bautizado; para ser salvado, es obligatorio guardar los divinos mandamientos. Esta práctica vendrá sobre todo del amor, conforme dice San Juan: “Si me aman, observaréis mis mandamientos…”. [25]

Una promesa para los que tienen fe

'Estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo'.

Antes de la Pasión, Jesús prometió: “No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros” [26]. Pero ahora, además de categórico, su compromiso es permanente y más sustancial: “Estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

Jesús ciertamente no se refiere exclusivamente a la presencia eucarística, porque ya había afirmado: “Porque donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, ahí estaré yo en medio de ellos” [27]. O sea, se trata de una presencia misteriosa y atrayente. Animará su obra, la Iglesia, animándola y fortaleciéndola sin cesar. Es la proclamación, según San Jerónimo, del triunfo de la Iglesia, pues Él nunca se apartará de los fieles que creen en Él.

[1] Sof 1, 12.

[2] Mt 5, 37.

[3] Hom. 15, De purificatione Beatae Mariae, PL 94, 79.

[4] Lc 2, 34

[24] Ti 2, 26.

[25] Jo 14, 15.

[26] Jo 14, 18.

[27] Mt 18, 20.

Trechos extraídos del texto original en portugués: Comentários ao Evangelho da Solenidade da Santíssima Trindade - Mt 28, 16-20 - Ano B


[Monseñor João S. Clá Dias, EP es fundador de los Heraldos del Evangelio]

Se autoriza su publicación citando la fuente.

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