[…] La ley que debe
regir entre los cristianos
16 “No fuisteis vosotros
que me escogisteis, sino fui yo que os escogí y os designé para que vayan y
para que produzcáis fruto y vuestro fruto permanezca. Lo que pidáis al Padre en
mí nombre, Él os concederá. 17 Esto es lo que os ordeno: amaos los unos a otros”.
El Divino Maestro destaca una vez más que fue Dios quien nos escogió y primero nos amó pues, como vimos al inicio de este comentario, el hombre tiende a quedar con la impresión de haber sido él, por su esfuerzo y mérito personal, quien tomó la iniciativa de seguirlo. Y para subrayar la necesidad de amar los otros como Él nos ama, Jesús repite nuevamente, como una orden, el Mandamiento que acaba de formular.
Solo así, teniendo el
mismo empeño por la salvación de los demás que demuestra Nuestro Señor
Jesucristo, obtendremos a través de nuestro apostolado que los frutos permanezcan.
Y esta es también la condición para que veamos atendidos los pedidos que
hagamos al Padre.
¿Deseamos tener éxito
en nuestro apostolado y en nuestra oración? Amémonos los unos a los otros como
Jesús nos ama. No queramos llevar una vida egoísta, encerrados en una
imaginaria torre de marfil, cultivando nuestras cualidades y dones para
beneficio propio, sino interesémonos por nuestros hermanos, querámoslos,
procuremos su bien. Es esta la ley que debe regir entre los cristianos.
III – El verdadero
sentido de la palabra “amor”
La liturgia de este
6° Domingo de la Pascua, tan rica en enseñanzas, sitúa la palabra “amor” en una
perspectiva enteramente diversa de aquella a la cual estamos acostumbrados,
invitándonos para el más elevado relacionamiento que sea posible alcanzar en
esta tierra: la amistad con Jesús.
Si en los inicios de nuestra era, los paganos al referirse
a los cristianos, decían “¡vea cómo se aman!” [12], en nuestros días, tan
tristemente paganizados, este afecto debe brillar de modo a atraer aquellos que
se alejaron de la Iglesia. Y, para esto, necesitamos borrar de nuestras almas
todos los sentimentalismos, romanticismos o egoísmos que pueda haber en ellas.Mons. Joao S. Clá Dias, EP
“Queridísimos, amémonos los unos a los otros, porque el
amor viene de Dios y todo aquel que ama nació de Dios y conoce a Dios”, exhorta
en la segunda lectura el Apóstol San Juan (I Juan 4, 7). Quien ama con
verdadero amor no busca ser adorado por el otro, ni exige reciprocidad. Al
contrario, procura ser educado, cuidadoso y celoso con todos, sin hacer
acepción de personas, con el objetivo de reflejar de alguna manera en la
convivencia diaria el cariño inefable que Cristo manifestó por cada uno de
nosotros durante su Pasión.
Pidamos este domingo la gracia para aplicar nuestro amor
a Dios y al prójimo según la medida infinita de la bienquerencia divina. Y
tengamos bien presente en nuestros corazones el alerta que nos hiciera, en su
última encíclica el papa Benedicto XVI: “Sin verdad, la caridad cae en el
sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío, que puede
llenarse arbitrariamente. Es el riesgo fatal del amor en una cultura sin
verdad; acaba prisionero de las emociones y opiniones contingentes de los
individuos, una palabra abusada y adulterada llegando a significar lo opuesto
de lo que es realmente”. [13]
[12] TERTULIANO.
Apologeticum. c.39: ML 1, 584.
[13] BENTO XVI.
Caritas in veritate, n.3.
Trechos extraídos del texto original en portugués: Comentário ao Evangelho – VI Domingo de Páscoa – Jo15, 9-17 – Ano B
[Monseñor João S. Clá
Dias, EP es fundador de los Heraldos del Evangelio]
Se autoriza su
publicación citando la fuente.
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