[…] III –
¡Ofrezcamos en holocausto aquello que nos aleja de Dios!
Ante las enseñanzas de la Liturgia de este domingo, no podemos olvidarnos que el amor manifestado por el Padre por nosotros en la mactatio –inmolación- de su Hijo merece reciprocidad. Dios espera de cada uno de nosotros este sacrificio: desapego de aquello que nos desvía del rumbo correcto, o de cualquier aprensión que ate nuestro corazón a algo que no sea Él, y docilidad en lo relacionado a su voluntad. Desde que nos llamó a la santidad, Él nos quiere por entero y que estemos constantemente con el puñal levantado como Abraham.