Creer significa aplicar en la propia vida aquello en que se creyó. Es indispensable, pues, que haya de nuestra parte esta creencia en Nuestro Señor Jesucristo, no de manera etérea, sino de acuerdo con el momento histórico actual. Y, como a lo largo de los siglos el mal se presenta bajo nuevos aspectos, tenemos la obligación de manifestar la fe en Cristo de modo conveniente a la situación que vivimos. En los primeros tiempos del cristianismo los fieles eran conducidos por el soplo del Espíritu Santo, al punto de estar dispuestos a entregar todo cuanto poseían, como se narra en los Hechos de los Apóstoles (cf. Hechos 2, 44-46).
Diversa fue la época
de las persecuciones, en que los cristianos, embriagados por la idea de la Muerte
y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y abrasados de amor a Él,
enfrentaban la muerte y dominaban los instintos de sociabilidad y de conservación,
ambos muy arraigados en el alma. En la Edad Media, otra forma de adhesión llevó
al hombre a transformar la vida social en una manifestación de la fe católica. A
cada etapa histórica, por lo tanto, la fe produce nuevos y variados frutos de
santidad, de fidelidad a la Cátedra de Pedro, y buscamos la sacralidad en todos
los aspectos de la existencia pues sin las obras ella es muerta (cf. Tg 2, 17).
Mons. Joao Clá Dias, EP |
Nosotros también
precisamos dar testimonio de esta virtud, adecuando a Jesucristo nuestras
actitudes, mentalidad, inteligencia, voluntad, sensibilidad, en fin, todo aquello
que somos y queremos ser. Al presenciar en el mundo actual el abandono de la fe
y el cuasi completo desaparecimiento del fermento evangélico en las relaciones
humanas, nos cabe alimentar una vigorosa piedad eucarística y mariana, al lado
de la fidelidad a la Cátedra de Pedro, buscar la sacralidad en todos los
aspectos de la existencia. En suma, debemos conformarnos al Divino Maestro, a
fin de participar, ya en esta vida, del inefable convivio con las tres Personas
Divinas. Este es el objetivo de la Liturgia de hoy: estimularnos a crecer en la
devoción a la Santísima Trinidad y a corresponder a su inefable amor,
realizando la voluntad del Padre, siguiendo las huellas del Hijo y correspondiendo
con docilidad a las mociones del Espíritu Santo.
Texto original,
completo, en portugués: Comentário ao Evangelho – Solenidade da Santíssima Trindade
– Jo 3, 16-18 – Ano A
(Monseñor Joao Clá Dias,EP es fundador de los Heraldos del Evangelio)
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