[…] III – María, Puerta del Cielo -
30 Entonces habrá últimos que serán los primeros, y primeros que serán los últimos
Sorprendente será esa
inversión de valores, por eso jamás debemos sentirnos seguros debido a nuestras
cualidades, ni por las gracias recibidas, ni menos aún por la riqueza que pueda
estar en nuestras manos. Es necesario servir a Dios con ardor y entusiasmo,
entrando “por la puerta estrecha” que bien podrá ser María Santísima.
No sin razón se le dio el título de Puerta del
Cielo. Estrecha, porque nos exige una confianza robusta en su protección
maternal. Invoquémosla en todas las tentaciones y dificultades, a fin de
comprobar la irrefutable realidad de que “jamás se oyó decir que alguno de los
que han recurrido a su protección maternal, implorado su asistencia o reclamado
su socorro, fuera por Ella desamparado”. Y cuando lleguemos al Cielo, rindamos
eternas gracias a los méritos infinitos de Jesús y a las poderosas súplicas de
María.
(CLÁ DIAS, Mons. João Scognamiglio in: “Lo inédito sobre los Evangelios”, Vol. III Librería Editrice Vaticana)
Texto completo: Comentario al Evangelio – XXI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO - La puerta del Cielo