¡Cuán rara es la virtud de la gratitud! A menudo se practica sólo por educación y meras palabras. No obstante, para ser auténtico, debe rebosar de sinceridad desde el corazón. Es lamentable, dice el profesor Plinio Corrêa de Oliveira, que "la virtud de la gratitud se entiende hoy de manera contable. Entonces, si alguien me beneficia, debo responder, contablemente, con una porción de gratitud igual al beneficio recibido. Por lo tanto, existe un tipo de pago: el favor se paga con afecto, así como la mercancía se paga con dinero. Y, al recibir un favor tengo que arrancar de mi alma un sentimiento de gratitud. También quedo pagado, tengo un alivio, me siento satisfecho." [1] Esta es una forma pagana, materialista de concebir la gratitud. Esta virtud es muy diferente cuando está impregnada del espíritu católico.
“La gratitud es, en primer lugar, el
reconocimiento del valor del beneficio recibido. En segundo lugar, es el
reconocimiento de que no nos merecemos tal beneficio. Y, en tercer lugar, es el
deseo de dedicarnos a quien nos hizo el servicio en la proporción del servicio
prestado y, más aun, de la dedicación demostrada hacia nosotros. Como decía
Santa Teresita, ‘amor sólo con amor se paga’. O la persona paga dedicación con
dedicación o no paga. […] Dentro de esta perspectiva, la gratitud de nuestras
almas al beneficio que la Santísima Virgen nos hizo, consintiendo con la muerte
de su Divino Hijo y aceptando los dolores que sufrió para que fuésemos
rescatados […] debe ser inmensa y nos debe conducir a querer servirla con una
dedicación análoga”. [2]
Ahora bien, además de darnos la vida humana,
Dios nos da el tesoro inestimable de participar en su vida divina por el
bautismo y, además, constantemente nos da la posibilidad de recuperar este
estado cuando se pierde por el pecado, bastando para esto nuestro arrepentimiento
y la confesión sacramental. Sobre todo, se entrega a sí mismo en Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad como alimento espiritual para transformarnos en Él,
santificándonos de manera a garantirnos una resurrección gloriosa y una
eternidad feliz. Él nos dejó a su Madre como medianera, para cuidar del género
humano con todo cariño y dedicación. ¡Los beneficios que Dios nos otorga son
inconmensurables!
[1] CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Conferencia. São Paulo, 1 jun. 1974.
[2] Ídem, 27 diciembre 1974.
Ilustración: El samaritano es curado milagrosamente.
Fuente: CLÁ DIAS EP, Mons. João Scognamiglio. In "Lo inédito sobre los Evangelios", Vol. III Librería
Editrice Vaticana)
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