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miércoles, 5 de octubre de 2022

La práctica de la verdadera gratitud (Domingo XXVIII del T.O. - Ciclo C) por Mons. João Clá Dias, EP

¡Cuán rara es la virtud de la gratitud! A menudo se practica sólo por educación y meras palabras. No obstante, para ser auténtico, debe rebosar de sinceridad desde el corazón. Es lamentable, dice el profesor Plinio Corrêa de Oliveira, que "la virtud de la gratitud se entiende hoy de manera contable. Entonces, si alguien me beneficia, debo responder, contablemente, con una porción de gratitud igual al beneficio recibido. Por lo tanto, existe un tipo de pago: el favor se paga con afecto, así como la mercancía se paga con dinero. Y, al recibir un favor tengo que arrancar de mi alma un sentimiento de gratitud. También quedo pagado, tengo un alivio, me siento satisfecho." [1]  Esta es una forma pagana, materialista de concebir la gratitud. Esta virtud es muy diferente cuando está impregnada del espíritu católico.

“La gratitud es, en primer lugar, el reconocimiento del valor del beneficio recibido. En segundo lugar, es el reconocimiento de que no nos merecemos tal beneficio. Y, en tercer lugar, es el deseo de dedicarnos a quien nos hizo el servicio en la proporción del servicio prestado y, más aun, de la dedicación demostrada hacia nosotros. Como decía Santa Teresita, ‘amor sólo con amor se paga’. O la persona paga dedicación con dedicación o no paga. […] Dentro de esta perspectiva, la gratitud de nuestras almas al beneficio que la Santísima Virgen nos hizo, consintiendo con la muerte de su Divino Hijo y aceptando los dolores que sufrió para que fuésemos rescatados […] debe ser inmensa y nos debe conducir a querer servirla con una dedicación análoga”. [2]

Ahora bien, además de darnos la vida humana, Dios nos da el tesoro inestimable de participar en su vida divina por el bautismo y, además, constantemente nos da la posibilidad de recuperar este estado cuando se pierde por el pecado, bastando para esto nuestro arrepentimiento y la confesión sacramental. Sobre todo, se entrega a sí mismo en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad como alimento espiritual para transformarnos en Él, santificándonos de manera a garantirnos una resurrección gloriosa y una eternidad feliz. Él nos dejó a su Madre como medianera, para cuidar del género humano con todo cariño y dedicación. ¡Los beneficios que Dios nos otorga son inconmensurables!

¿Cuál debe ser nuestra gratitud en relación a Nuestro Señor y su Madre Santísima? Abrazar con entusiasmo y abnegación la santidad y batallar siempre con una creciente dedicación por la expansión de la gloria de Dios y de la Virgen Purísima en la Tierra, he aquí el mejor medio de corresponder al infinito amor del Sagrado Corazón de Jesús, que se derrama sobre nosotros abundantemente, desde el nacer del sol hasta el ocaso.  

[1] CORRÊA DE OLIVEIRA, Plinio. Conferencia. São Paulo, 1 jun. 1974.

[2] Ídem, 27 diciembre 1974.

Ilustración: El samaritano es curado milagrosamente.

Fuente: CLÁ DIAS EP,  Mons. João Scognamiglio. In "Lo inédito sobre los Evangelios", Vol. III Librería Editrice Vaticana)

Se autoriza su publicación citando la fuente.

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