Ante el panorama desplegado por el Evangelio de este 5º Domingo de Pascua, no podemos dejar de tener presente el fin a que nos conduce la noción sobrenatural del sufrimiento y del amor al prójimo llevado hasta la imitación de aquel que Nuestro Señor Jesucristo manifestó por nosotros. Este fin es indicado con mucha claridad en la segunda lectura, extraída del Apocalipsis: “Esta es la morada de Dios entre los hombres, Dios va a morar en medio de ellos. Y ellos serán su pueblo, y el propio Dios estará con ellos. Dios enjugará todas las lágrimas de sus ojos. La muerte no existirá más, y no habrá más luto, ni llanto, ni dolor, porque pasó lo que había antes" (21, 3-4).
San Juan indica,
proféticamente, el lugar destinado a todos los que sigan las recomendaciones
dadas por el Redentor, donde no existe más el dolor y donde la alegría es plena
en la visión de Dios cara a cara. Delante de la eternidad feliz todo
sufrimiento de esta tierra será nada, como escribió Santa Teresita: “¡cuando
pienso que por un sufrimiento soportado con alegría amaremos mejor a Dios
durante toda la eternidad!” [19] Sí, ni siquiera vamos a recordar las
dificultades que tuvimos en este mundo, pues el estado de prueba habrá pasado
como en un abrir y cerrar de ojos. Sólo quedará la bienaventuranza.
No somos capaces de
concebir cómo será la vida en la eternidad: tan llena de gozo que San Pablo,
después de subir al tercer cielo, volvió sin conseguir expresar en términos
humanos lo que Dios había preparado para los que lo aman (cfr. I Cor 2, 9), y
de la cual San Juan Bosco, habiendo visitado en sueños la antecámara del
Paraíso, regresó describiendo maravillas. [20] La convivencia con los Ángeles,
con los Santos, con la Santísima Virgen y con Dios es lo que nos aguarda; pero
para llegar a ese reino aceptemos con resignación todos los sufrimientos
permitidos por la Providencia Divina para nuestro bien y amemos a nuestros
hermanos con sincero afecto. No nos olvidemos que los dolores terminan en el
momento de nuestra muerte, mientras que en el Cielo “la caridad jamás
terminará” (I Cor, 13, 8). ◊
[19] SANTA TERESA DE
LISIEUX. Carta 43b, a la Hna. Inés de Jesús. In: Obras Completas. Paço de
Arcos: Carmelo, 1996, p.345.
[20] Cf. SAN JUAN
BOSCO. Vestíbulo del Cielo. In: Biografía y escritos. Madrid: BAC, 1955,
p.654-663
Fuente: CLÁ DIAS EP,
Mons. João Scognamiglio. In: “Lo inédito sobre los Evangelios” Vol. III,
Librería Editrice Vaticana.
Ilustración: "El beso de Judas", por el Giotto.
*Monseñor João S. Clá Dias, EP es fundador de Heraldos del Evangelio.
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