8 “Y el señor alabó al capataz
deshonesto por haber procedido sagazmente. Porque los hijos de este mundo son
más expertos que los hijos de la luz”.
Aquí viene otro
versículo muy discutido entre los autores. El elogio del señor de la parábola
no recae sobre los aspectos ilícitos e inmorales de los actos practicados por
su administrador, sino sobre su astucia. "Estas parábolas se denominan
contradictorias para comprender que, si puede ser alabado por su amo el hombre
que defraudó sus bienes, mucho más deben agradar a Dios los que hacen aquellas
obras de acuerdo a sus preceptos” (10).
Por “hijos de este
mundo” debemos entender como siendo aquellos que sólo se preocupan con los
bienes temporales. Los “hijos de la luz” creen en la vida eterna después de la
muerte, en la resurrección final y trabajan por su salvación. Sin embargo, la
“prudencia” de los primeros es infatigable, decidida, pertinaz, inteligente,
hábil para conseguir sus objetivos. Entonces, debemos estar ante nuestro fin
último, y en esto consiste el consejo implícito en la comparación hecha por
Jesús. Sólo para enfatizar la claridad de la comprensión, vale la pena señalar
que los "hijos de la luz" son muchas veces inferiores en prudencia,
pero no en sabiduría (11).
9 Por eso les digo: "Hazte amigo
con las riquezas de la iniquidad, para que cuando te necesiten, puedan
recibirte en los tabernáculos eternos".
Este versículo tiene
mayor razón de continuidad con los cuatro siguientes (10 a 13) que con los
comentados hasta aquí (1 a 8). Poseen ellos (vs. 9 a 13) un mismo concepto
teológico sobre la riqueza, mientras que la parábola narrada anteriormente resalta
más la importancia de la sagacidad y de la prudencia a ser utilizadas en vista
de la vida eterna. Se trata, por lo tanto, de dos consideraciones diferentes
que deben ser analizadas según las respectivas esencias.
Dios es el verdadero propietario de
todo el Universo
10 Quien es fiel en
lo poco también es fiel en lo mucho; y quien es injusto en lo poco también es
injusto en lo mucho. 11 Si entonces no fueras fiel en las riquezas perversas,
¿quién te confiaría las verdaderas? 12 Y si no fueras fiel a otro, ¿quién te
dará lo que es tuyo? 13 Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, u
odiará uno y amará al otro, o será aficionado a uno y despreciará al otro. No
puedes servir a Dios y al dinero.
Algunos autores dan a
estos cuatro versículos el título de “apéndices parabólicos sobre las
riquezas”. Las tres máximas contenidas en ellos son de fácil comprensión y
evitan largas consideraciones.
Cabe señalar que Jesús no condena la propiedad, sino que la toma como una propiedad que se administrará temporalmente para la vida eterna. El hombre no es sino un simple administrador. Dios, si, es el auténtico propietario. Si esta distinción es ignorada por el hombre, termina por violar la supremacía de Dios como Señor de todo lo creado, ingresando así, en la injusticia.
Cabe señalar que Jesús no condena la propiedad, sino que la toma como una propiedad que se administrará temporalmente para la vida eterna. El hombre no es sino un simple administrador. Dios, si, es el auténtico propietario. Si esta distinción es ignorada por el hombre, termina por violar la supremacía de Dios como Señor de todo lo creado, ingresando así, en la injusticia.
“Las riquezas en esta
tierra no son la posesión absoluta del hombre. Él es administrador de estos
bienes de Dios. Debes serle fiel en ellos. Es la expresión externa de su
fidelidad. Así recibirá los 'propios' que, en este contexto, por la oposición
establecida, parecen referirse a los dones espirituales que Dios, en
compensación por esta fidelidad requerida para los otros, otorga en abundancia al
discípulo” (12).
Las expresiones:
“riquezas verdaderas” y “lo que es tuyo” se refieren a los bienes
sobrenaturales, los dones de la gracia, los únicos eternos y absolutos.
Sobre el último
versículo (v.13), San Mateo lo coloca a lo largo del Sermón de la Montaña y en
una formulación casi idéntica: "Nadie puede servir a dos señores, porque
se odiará a uno y se amará al otro, o amará a uno y despreciará al otro. No se
puede servir a Dios y a las riquezas" (Mt 6, 24). Tanto en Lucas como en
Mateo, "se presenta la tesis y se da la razón de que no puede servir a dos
señores: a Dios y a las riquezas. Por supuesto, entendido en un sentido de
apego a ellas o en una adquisición o el uso reprobable de ellas” (13).
En estos versículos
finales (9 a 13), el Divino Maestro se manifiesta como el Heraldo del desapego
de todo lo que pasa. No es ilícito guardar los bienes en un cofre, lo que no
podemos es atesorarlo en nuestros corazones.
(CLÁ DIAS EP, Mons.Joao Scognamiglio. In: “Lo inédito
sobre los Evangelios”, Vol. III Librería Editrice Vaticana)
10) Santo Agostinho,
apud São Tomás de Aquino, Catena Aurea.
11) Cf. Orígenes, apud São Tomás de Aquino, Catena Aurea.
12) Pe. Manuel de Tuya OP, Biblia Comentada, BAC, Madrid, 1964, v. II, p. 874.
13) Id., ibid.
Texto completo: Comentários ao Evangelho 25º Domingo do Tempo Comum – Ano C – Lc 16, 1-13
11) Cf. Orígenes, apud São Tomás de Aquino, Catena Aurea.
12) Pe. Manuel de Tuya OP, Biblia Comentada, BAC, Madrid, 1964, v. II, p. 874.
13) Id., ibid.