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III – Llamados al Reino de la verdadera
felicidad
El
conjunto de las enseñanzas contenidas en el Evangelio de este 14º Domingo del
Tiempo Ordinario nos lleva a una importante conclusión. La ilusión óptica es
una de las numerosas impresiones engañosas captadas por nuestros sentidos, los
cuales, por este motivo, deben ser sometidos a los sensatos juicios de la razón.
Sin embargo, si muchas de las percepciones transmitidas por la sensibilidad
pueden ser falsas, nada es causa de tantas ilusiones -desde los inicios de la
historia, comenzando por Adán y Eva en el Paraíso- como el modo de obtener la
felicidad. Este es el deseo primordial del hombre, buscado con ardor insaciable
durante toda su vida.
En
el mundo de hoy, muchos la confundirán con las innovaciones de la técnica o la
ciencia; otros, con los dictados de la moda y el culto a la salud; y otros, con
los beneficios financieros, el éxito en los negocios, las relaciones sociales,
la realización profesional, los sueños románticos, etc.
Además
de no saciar la sed de felicidad natural, estas ilusiones del mundo no solo
ponen en peligro la felicidad eterna, sino que también conducen al pecado, que
es un desorden del hombre en relación con su fin, que es Dios, trae como
consecuencia inevitable, después de una satisfacción pasajera, la frustración y la tristeza.
A la misión de los setenta y dos discípulos elegidos por Jesús bien le cabría
el título de evangelización de la felicidad, bajo dos aspectos. Primero en
cuanto a los discípulos, porque se entregaban por entero en beneficio del
prójimo, movidos por el amor de Dios, viviendo en sí mismos como “hay más
alegría en dar que en recibir” (Hc 20, 35). Después en relación a las almas
favorecidas por la predicación, porque les era ofrecida la posibilidad de
cumplir los designios de Dios, transformando la vida terrenal en preparación
para el Cielo.
También a todos nosotros, los bautizados, el Maestro nos llama a la verdadera felicidad, fruto de la buena conciencia y de la fidelidad a la vocación individual otorgada por Él propio, ya sea en el estado sacerdotal, en el religioso o en el laico. Tal felicidad tendrá como esencia la evangelización, o sea, hacer el bien a las almas, presentándoles las bellezas de lo sobrenatural e instruyéndolas en la verdad traída por Cristo al mundo. En suma, hoy el Salvador nos convoca a transmitir a todos los hombres y mujeres la alegría de glorificar a Dios, trabajando para que la voluntad de Él sea efectiva en la tierra como en el Cielo.
(CLÁ DIAS EP, Monseñor Joao S. in: “Lo
inédito sobre los Evangelios” Vol. III, Librería Editrice Vaticana)
Texto completo: Comentários ao Evangelho XIV Domingo do Tempo Comum - Ano C -Lc 10, 1-12.17-20
Texto completo: Comentários ao Evangelho XIV Domingo do Tempo Comum - Ano C -Lc 10, 1-12.17-20