Constatando la
insuficiencia de la inteligencia humana frente a los mayores misterios de
nuestra Fe, nos queda rendir un tributo de amor y gratitud al Dios Uno y Trino,
que nos ofrece un don infinitamente superior a nuestra naturaleza y méritos.
Uno de los mayores
misterios de nuestra fe
Cuenta una piadosa tradición que, estando el gran San Agustín muy empeñado en intentar comprender a la Santísima Trinidad, un día soñó que veía a un niño en la playa vaciando baldes y baldes de agua del mar en una cavidad de la arena. Intrigado, se le acercó y le preguntó: