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viernes, 19 de julio de 2024

Comentario al Evangelio – Domingo XVI del T.O. (Ciclo B) por Mons. João S. Clá Dias, EP

Mostrando preocupación por el recogimiento de sus discípulos después de su primera incursión apostólica, el Señor da una lección permanentemente válida para todos aquellos que desean dedicarse a la evangelización.

Sigamos el ejemplo de la contemplativa más sublime

Animados por las enseñanzas del divino Maestro y por el ejemplo de los Apóstoles que se dejaron guiar por Él, pongamos la contemplación afectuosa de la persona del Señor por encima de cualquier otro interés y entonces seremos capaces de darle a nuestro prójimo el pan de las verdades contempladas y del buen ejemplo, más valioso que cualquier obra de caridad material.

La contemplación no excluye la acción; al contrario, la estimula. Al ver a la muchedumbre necesitada, Jesús volvió a la acción, pero en una clave más elevada, habiendo purificado la intención de los Apóstoles. Así, el período de recogimiento en la barca, aunque interrumpido antes de lo previsto, sirvió para dignificar la obra evangelizadora de sus discípulos.

La Virgen con el Niño Jesús, de Bernardino di Betto - Museo de Bellas Artes, Valencia (España)

El alma contemplativa por excelencia fue la de la Santísima Virgen. El Evangelio nos transmite pocas palabras salidas de sus labios virginales, pero su santidad y presencia materna ocupan un lugar insustituible en la Santa Iglesia. ¿Por qué? Porque Ella, la nueva Eva, Corredentora de la humanidad junto al Redentor, llevó su contemplación amorosa al más sublime holocausto, inmolando místicamente, en el altar de su Inmaculado Corazón, a su divino Hijo que sufría en la cruz. Por esta obra de caridad inmensa, que no habría existido si Ella no hubiera sido una perfecta contemplativa, somos a título especialísimo sus hijos en el orden espiritual.

Imitemos a María, que conservaba en su alma con cuidado extremo y celo ardiente todos los dichos y obras de Jesús. Esta actitud la hizo capaz del mayor acto de heroísmo realizado por una madre en la historia. Gracias a su contemplación, Ella se elevó a las alturas divinas, donde sorbió las fuerzas para amarnos hasta la cruz. Sigamos su ejemplo: contemplemos y sólo después actuemos, llevando nuestro apostolado hasta el extremo de dar la vida por los demás. Nadie ha hecho jamás un apostolado tan eficaz como éste.

Fuente: Monseñor João S. Clá Dias, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen II, Librería Editríce Vaticana.

Monseñor João S. Clá Dias, EP es fundador de los Heraldos del Evangelio.

Se autoriza su publicación citando la fuente.

Ilustración principal: La predicación de Jesús en el mar de Galilea, de Jan Brueghel, el Viejo - Rijksmuseum, Ámsterdam.

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