[…] La inmortalidad
del alma -
“Y
que los muertos resucitan, incluso Moisés lo hizo comprender en el episodio de
la zarza ardiente, cuando llama al Señor, ‘el Dios de Abraham, el Dios de Isaac
y el Dios de Jacob’. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él
todos están vivos”.
En estos versículos, el Divino Maestro defiende claramente
la inmortalidad del alma, después de haber revelado la resurrección de los
cuerpos. Las Escrituras traen otros pasajes aún más explícitos sobre la
resurrección (Dn 12, 2; Is 26, 19) que podrían haber sido enunciados por Jesús.
Pero Él recurrió al ejemplo ocurrido en la vida de Moisés, para refutar la cita
hecha por los propios saduceos a los Levitas (Dt 25, 5-6).