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jueves, 26 de enero de 2023

Comentario al Evangelio IV Domingo del Tiempo durante el Año (Ciclo A) – por Mons. João Clá Dias, EP

 

La alegría en la persecución.

“Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 11 Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. 12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los Cielos”.

Por amor a la justicia —es decir, la santidad— atravesaremos sin duda momentos en esta vida en los cuales seremos incomprendidos e incluso perseguidos.

miércoles, 18 de enero de 2023

Comentario al Evangelio III Domingo del Tiempo durante el Año (Ciclo A) - por Mons. João S. Clá Dias, EP

El relato del inicio de la vida pública del Salvador, explosión de luz divina en medio de un mundo hundido en las tinieblas, llena de esperanza los corazones católicos, afligidos por el aparente dominio del mal en nuestros días.

jueves, 12 de enero de 2023

Comentario al Evangelio II Domingo del Tiempo Durante el Año (Ciclo A) por Mons. João S. Clá Dias, EP

 

[…] 33 Yo no lo conocía, pero el que me mandó bautizar en agua, me dijo: Aquel sobre quien veas descender y reposar el Espíritu, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo.

Reafirma San Juan Bautista no haber conocido antes a Jesús. Se comprende su insistencia a este respecto, pues los lazos familiares eran fuertes en aquellos tiempos y había riesgo de interpretar las palabras del Precursor bajo una mirada meramente humana.

Era indispensable poner la atención de todos en el origen divino de sus proclamaciones, de aquí la referencia a Aquel que lo había mandado a bautizar.

jueves, 5 de enero de 2023

Comentarios al Evangelio Fiesta del Bautismo del Señor (Ciclo A) por Mons. João Clá Dias, EP

 

[…] Sí, filiación real, porque por medio de este Sacramento [Bautismo] Dios injerta en nosotros su propia vida. No como lo es, un revoque extrínseco a una pared y que no la modifica internamente, sino como si alguien, por milagro, inyectase oro en esa misma pared, al punto de casi no verse más arena o yeso, pero sí el precioso metal. Esta figura todavía es inadecuada y pobre para expresar lo que sucede en el alma cuando le es infundida una cualidad sobrenatural que la hace deiforme, o sea, semejante a Dios en su propia divinidad. Y con la gracia santificante el alma recibe, por acción divina, las virtudes –fe, esperanza, caridad, prudencia, justicia, fortaleza y templanza- y los dones del Espíritu Santo –sabiduría, entendimiento, ciencia, consejo, piedad, fortaleza, temor-, por los cuales comienza a obrar como Dios.