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miércoles, 24 de agosto de 2022

Humildad y admiración vs. amor propio (Domingo XXII T.O. – Ciclo C) por Mons. João Clá Dias, EP

Sutil forma de orgullo

Para entender bien en que consiste la práctica de la virtud de la humildad, recomendada aquí por Nuestro Señor Jesucristo, son necesarias algunas aclaraciones, porque no es raro encontrar personas que, en nombre de un desprendimiento mal entendido, se tornan mediocres, no haciendo rendir los talentos recibidos de Dios.

jueves, 18 de agosto de 2022

María, Puerta del Cielo (Domingo XXI del T.O. – Ciclo C) por Mons. João Clá Dias, EP

[Comentario al Evangelio del XXI Domingo de Tiempo Ordinario]

30 Pues hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.

Sorprendente será esa inversión de valores, por eso jamás debemos sentirnos seguros debido a nuestras cualidades, ni por las gracias recibidas, ni menos aún por la riqueza que pueda estar en nuestras manos. Es necesario servir a Dios con ardor y entusiasmo, entrando “por la puerta estrecha” que bien podrá ser María Santísima. No sin razón se le dio el título de Puerta del Cielo. Estrecha, porque nos exige una confianza robusta en su protección maternal.

jueves, 11 de agosto de 2022

¡Encended nuevamente el fuego de vuestro amor! (Domingo XX - Ciclo C) por Monseñor João Clá Dias, EP

 

Después de dos milenios de esta gran predicación del Salvador, la Liturgia de este domingo nos repite su llamado dirigido a cada uno de nosotros. Con la misma caridad empleada para dirigirse a sus discípulos, Jesús nos invita a dejarnos consumir como una llama de alabanza y adoración a Él, recibiendo el fuego sagrado que había venido a traer al mundo.

miércoles, 3 de agosto de 2022

La parábola del administrador fiel (Domingo XIX T.O. – Ciclo C) por Mons. João Clá Dias, EP

 

En los versículos finales (41-48), respondiendo a una pregunta de Pedro que deseaba saber si la parábola era exclusivamente para ellos o para todos, el Divino Maestro elabora otra, la del “administrador fiel y prudente”. El carácter universal de su enseñanza se hace evidente y, por lo tanto, se aplica a cualquiera de nosotros. Basta con mirar atentamente la incertidumbre sobre el momento de nuestra muerte para darnos cuenta de la enorme importancia de la virtud de la vigilancia.