Páginas

viernes, 10 de septiembre de 2021

Comentario al Evangelio – Domingo XXIV del T.O. Ciclo B (domingo 12 de septiembre) por Mons. João Clá Dias, EP


¿Salvar o perder la vida?

Preparando los Apóstoles para lo que vendría, Jesús les revela simultáneamente su divinidad y su próxima Pasión. Las reacciones de Pedro les valieron el elogio y el reproche del Señor, y el episodio termina con Jesús invitándonos a seguirlo: “Tome su cruz”. […]

IV – Las condiciones para seguir a Cristo

36 Entonces llamó la multitud con sus discípulos y dijo: “Si alguien me quiere seguir, renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga. 35 Pues, quien quiera salvar su vida, va a perderla; pero quien pierda su vida por causa de mí y del Evangelio la salvará”.

Esta afirmación tan categórica nos exige un análisis y una atención especiales, por ser repetida, además en los otros Evangelios. (cf. Mt 10, 38-39; Lc 17, 33; Jo 12, 25). Aquí se encuentran las condiciones para que seamos verdaderos discípulos de Cristo.

1- “Si alguien me quiere seguir”: depende de nuestra libre voluntad. Esperar por una gracia que realice en nosotros la plenitud de nuestra salvación, sin el menor concurso de nuestra voluntad, es confundir Redención con Creación, o la vida eterna con la natural. Esta invitación, evidentemente debe recibir una respuesta afirmativa de nuestra parte. Y es indispensable que sea fervorosa, pertinaz y continua. No podemos olvidar ni por un segundo esta determinación.

2- “renuncie a sí mismo” — El origen de todos los pecados se encuentra en el amor desordenado hacia nosotros mismos, en detrimento de la verdadera caridad. Y el mejor remedio para esta terrible enfermedad es la renuncia de nosotros mismos, para encontrarnos en Dios. Su primer grado consiste en el horror al pecado mortal, prefiriendo morir a consentir en esa aversión a Dios. El segundo es en relación al pecado venial consciente y deliberado. El tercero incide en las imperfecciones y el amor propio, tan disfrazado al inmiscuirse incluso en la práctica de las virtudes. A medida que avanzamos en este último grado, aumenta nuestra libertad interior, así como la paz y las consolaciones del alma. Quien vive contrariamente a estos tres grados o no entendió la grandeza de esta invitación, o lo rechazó conscientemente.

3- “...tome su cruz...” — ¡Hay cruces y cruces! Las extraordinarias se presentan delante de nosotros en épocas de persecución religiosa. Son los suplicios y la propia muerte. Las debemos enfrentar tal cual lo hicieron Jesús y todos los mártires, jamás renegando de la fe.

Habrá otras que son comunes a todos los tiempos. Buena parte de ellas no son procuradas por nosotros, sino indeseadas, como por ejemplo, las enfermedades, las debilidades de la vejez, los rigores del clima, etc. Otras son fruto del azar: pérdidas económicas, desgracias, contratiempos, pobreza, incomprensión y odio gratuito por parte de los demás, persecución, injusticias. Otras veces son los efectos de nuestro propio carácter, temperamento, inclinaciones, etc. 

¡Cómo son numerosas las cruces que aparecen a lo largo de nuestra vida!... No las podemos evitar; al contrario, tenemos la obligación de cargarlas. Y la experiencia nos muestra como ellas se tornan más pesadas sobre nuestros hombros cuando las llevamos entre lloriqueos y lamentaciones o, peor aún, si nos rebelamos contra ellas. Además, en estos casos disminuimos, o incluso perdemos, los méritos correspondientes.

Mons. Joao S. Clá Dias, EP

Finalmente, también hay cruces elegidas libremente por nosotros. Abrazar el camino del matrimonio, o el de una comunidad religiosa, o incluso el de un laico soltero que vive cristianamente en el mundo, significa comprender y desear todos los sufrimientos que se relacionan con cada situación. El perfecto cumplimiento de cada uno de los requisitos al respectivo estado de vida, la subordinación de las pasiones, la moderación de los caprichos, la privación de estas o aquellas comodidades, etc., constituyen un campo florido de cruces, inherente al camino elegido por nuestra deliberación. Por no hablar de la aridez, el tedio, el disgusto que de vez en cuando nos asaltan por el camino recorrido por nosotros, y sin vuelta atrás. Pero si nuestra decisión fue consciente y, sobre todo si se originó por un soplo del Espíritu Santo, nunca debemos arrepentirnos. Al contrario, llenémonos de valentía e incluso de entusiasmo, dando pasos firmes hacia la meta final de nuestra salvación.

4- “…y sígame” - Si empleáramos lo mejor de nuestros esfuerzos, haciendo los mayores sacrificios para llevar nuestra cruz, pero por un camino diferente al trazado por Jesús, ¡no sería suficiente! Es necesario abrazar la propia cruz, “por Él, con Él y en Él”. Al contemplar los sufrimientos de la Pasión de Cristo, encontraré la fuerza para llevar mi propia cruz.

En cuanto a perder o salvar la vida, comenta el P. Andrés Fernández Truyols SJ: “Lo que el Maestro quiere imprimir en el corazón de sus oyentes es que debemos estar dispuestos a pasar por todo, incluso la muerte, siempre que sea para salvar el alma. Porque de nada sirve que el hombre gane el mundo entero si, al final, pierde su alma, es decir, si no logra la salvación eterna" (6).

(6) Vida de Nuestro Señor Jesucristo, BAC, Madrid, 1954, vol. III, p. 369.

Fuente, trechos de: Comentário ao Evangelho XXIV Domingo do Tempo Comum – Ano B – Mc 8,27-35

[Monseñor João Scognamiglio Clá Dias, EP es fundador de los Heraldos del Evangelio]

Se autoriza su publicación citando la fuente.

O  O  O  O  O

👉 Contactar con los Heraldos en:

Email: heraldos@heraldos.org.uy

Whatsapp: https://bit.ly/33vPAzw

👉 Siga a los Heraldos del Evangelio – Uruguay en:

YouTube: https://www.youtube.com/heraldosdelevangeliouruguay

Facebook: https://www.facebook.com/heraldosuruguay

Instagram: https://www.instagram.com/heraldos_uruguay/

Twitter: https://twitter.com/heraldos_uy

Telegram: https://t.me/heraldosuy

Website: http://heraldos.org.uy

Soundcloud: https://soundcloud.com/heraldosuruguay

 

Notas e Informaciones en Youtube: https://bit.ly/3wpl5rt

No hay comentarios:

Publicar un comentario