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viernes, 24 de septiembre de 2021

Comentario al Evangelio – Domingo XXVI del T.O. - Ciclo B- (domingo 26 de septiembre) por Mons. João S. Clá Dias, EP


¡Ay de quien escandalice!

El Divino Maestro nos muestra como no se puede hacer la mínima concesión al mal, porque para conquistar el Cielo es preciso ser íntegro en la práctica del bien. […]

IV – La obligación del buen ejemplo

La conclusión del Evangelio de este domingo nos lleva a comprender que, así como no podemos causar escándalo –sobre todo a los pequeños-, en sentido contrario, tenemos la obligación de edificar al prójimo. Y como reparación por los innumerables escándalos que observamos, debemos vivir dando buen ejemplo a todos, practicando el esfuerzo de hacer todo aquello que pueda tornarnos modelos de santidad para los que con nosotros conviven.

Porque son los ejemplos que arrastran y motivan a recorrer el mismo camino. No es por otro motivo que la Iglesia nos presenta la vida de los santos como modelo a seguir. En cada momento, todo hombre está influenciando a su prójimo o recibiendo su influencia. Está siendo para él ora pastor, u oveja; el maestro, el discípulo; continuamente dando y recibiendo algo. Es el principio de la Comunión de los Santos, por donde cada acto nuestro repercute en el Cuerpo Místico de la Iglesia. En ese sentido, nada en nuestra vida es neutro: ¡todo pesa para bien o para mal!

¿Qué me impide practicar la virtud?

Frente a una liturgia que nos exhorta a rechazar todo cuanto nos puede apartar de Dios y nos estimula a edificar al prójimo, no es descabellado proponer un pequeño examen de conciencia.

¿Qué me impide practicar con integridad la virtud? ¿Qué apegos materiales me empujan a tomar en consideración mucho más las cosas humanas que las divinas? ¿Qué me lleva a cerrarme sobre mí y, por tanto, a no pasar la prueba de esta vida, cuyo desenlace será el premio o el castigo eterno? ¿Hay algo que me arrastra al pecado con frecuencia o revela en mí defectos de alma como caprichos, comparaciones, envidias, impureza o el apego al dinero? ¿Qué debo cortar para salvarme?

Nuestro Señor Jesucristo orando en el Huerto de los Olivos

Y, luego de analizarnos, precisamos pedir la gracia de tener el coraje de actuar con prontitud, porque sin el auxilio de Dios no es posible practicar los Mandamientos de forma estable, menos aun con perfección.

En la Santísima Virgen encontraremos la fuerza para cambiar

En la Liturgia comentada hoy, no es mencionada la Virgen. Sin embargo, es Ella a quien debemos dirigir nuestras miradas, porque como afirma San Bernardo en la oración del Memoràre. Ella jamás abandona a quienes recurren a su maternal protección.

Por tanto, conscientes de nuestra miseria, pidamos a María Santísima, diciendo: "¡Oh Madre, ten misericordia de nosotros!” “Danos la gracia de tener en el corazón la alegría de practicar la Ley de Dios en su integridad" ¡Y como Dios desea nuestra plena santificación, estemos seguros de ser atendidos con sobreabundancia!

Fuente: Comentários ao Evangelho – XXVI Domingo do Tempo Comum – Ano B - por Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP

[Monseñor João Scognamiglio Clá Dias es fundador de los Heraldos del Evangelio]

Se autoriza la publicación citando la fuente.
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