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viernes, 23 de julio de 2021

Comentario al Evangelio – Domingo XVII del T.O. (domingo 25 de julio) por Mons. João S. Clá Dias, EP

 

I – Antecedentes.

Los apóstoles retornaban junto al Divino Maestro, llegados de grandes actividades y predicaciones coronadas de éxito, a pesar de algunos probables contratiempos. A la alegría del rencuentro se sumó el deseo de narrar a Jesús “todo lo que habían hecho y enseñado” (1), ciertamente en una atmósfera de mucha alegría, debido a la insuperable y paternal acogida de quien los oía. Era la primera vez que se alejaban de Jesús para ejercer misiones apostólicas, a partir de las cuales ya no irían más a la búsqueda de peces, debatiéndose contra vientos y tempestades, sino a la conquista de almas para el Reino de Dios.

No pequeña debe haber sido su emoción al sentirse capaces de expulsar numerosos demonios, invitar a todos a la penitencia y curar muchos enfermos. Las impresiones y recuerdos hicieron que los apóstoles fueran más expansivos.

Jesús los oyó, los felicitó por el éxito y alimentó en sus almas la esperanza de un futuro brillante y promisorio. El fervor de novicio alentaba con alegría y consolaciones aquellos corazones recién convertidos, sobre todo por la satisfacción de haber cumplido con celo la misión que les fue encomendada. Jesús notó, sin embargo, cuánto necesitaban un buen descanso (2). […]

Conclusión

“Nada de grande se hace de repente”, dice un proverbio latino. El más excelso de todos los sacramentos, la Eucaristía, sería precedido por las bellas prefiguras, en una larga preparación de la humanidad a través de los siglos. En el Antiguo Testamento, una de las más expresivas fue el maná caído del cielo para los hebreos, durante los cuarenta años de travesía por el desierto, en busca de la tierra prometida.

En el Evangelio de este domingo, vemos al Divino Maestro multiplicar los panes para hacer patente su imperio sobre ese alimento. Inmediatamente, Él caminará sobre las aguas en un mar encrespado (11), con el fin de dejar evidente cuánto dominaba su propio cuerpo. Así, los presupuestos para la institución de la Eucaristía se fijaron en quienes le seguían, especialmente en las almas de los Apóstoles.

Por otra parte, el rico sabor y la buena calidad de los panes y peces distribuidos por Jesús, dejaron a la multitud ansiosa por comerlos nuevamente (12). Y cuando Jesús dijo a aquellos beneficiados por el milagro: “Moisés no os dio el pan del Cielo (…) el pan que baja del Cielo y da la vida al mundo”, ellos luego le pidieron: “¡Señor, dadnos siempre de este pan!” (13).

La didáctica de Jesús es insuperable, iluminando así la inteligencia de sus discípulos, tocando sus corazones y moviendo sus voluntades hacia un ardiente deseo por la Eucaristía. Método perfecto, tal cual lo recomienda Santo Tomás de Aquino (14).

Mons. Joao Clá, EP durante la celebración eucarística.

Después de eso, con autoridad soberana y divina unción, Él declara: “Yo soy el Pan de Vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. Este es el Pan bajado del Cielo para que quien lo coma, no muera. Soy el Pan vivo bajado del Cielo. Quien coma de este Pan vivirá eternamente; y el Pan que yo daré es mi carne para la salvación del mundo” (15).

¿Quién más podría unir la autoridad grandiosa a la total sencillez? Con mucha propiedad, se expresa Bossuet sobre este aspecto de Jesús: “¿Quién no admiraría la condescendencia con que ameniza la elevación de su doctrina? Es leche para los niños y, al mismo tiempo, pan para los fuertes. Lo vemos lleno de los misterios de Dios, pero vemos que no está sujeto como los otros mortales a quienes Dios se comunica: habla de ello naturalmente, como si hubiera nacido en ese secreto y en esa gloria; y lo que Él tiene sin medida (Juan III, 34), Él lo da con mesura, para que nuestra debilidad pueda sobrellevarlo” (16).

Por esto, importa convencernos en que nos dejemos conducir por las enseñanzas de Jesús, pues Él no quiere sino nuestra felicidad eterna y con prodigalidad: “¡Yo vine para que tengan vida, y la tengan abundantemente!” (17).

1) Mc 6, 30. 2) Mc 6, 31. 11) Jo 6, 17 a 21. 12) Jo 6, 26. 13) Jo 6, 32-34. 14) Summa Theologica, II-II, q. 177, a.1. 15) Jo 6, 48-51. 16) Discours sur l’Histoire Universelle, P. II, c XIX 17) Jo 10, 10.

Fuente: Trechos de “O inédito sobre os Evangelhos” de autoria de Mons. João S. Clá Dias

[Monseñor João Scognamiglio Clá Dias, EP es fundador de los Heraldos del Evangelio]

Se autoriza su publicación citando la fuente.

Ilustración superior: el milagro de la multiplicación de los panes, óleo de Gianni Lanfranca.

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